La abogacía, última línea de defensa de las libertades y de nuestro Estado de Derecho

28 de julio de 2014

Por Ángel Juárez, Abogado. Presidente de APROED, Abogados y Juristas pro Estado de Derecho

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Un ser humano solo, aislado del mundo, incapaz de comunicarse con los demás y de compartir sus sueños y experiencias, no es nada.

Un abogado individualista, sin proyección social, ensimismado en su desempeño profesional exclusivamente, ignorando la realidad que le contorna, insensible ante las injusticias que, en nombre del derecho y de la legitimidad política se imponen indiscriminadamente a la ciudadanía, en contra de los intereses de los menos favorecidos, no sirve a su profesión con lealtad.

La era del abogado individualista, metido en su caparazón profesional, ensimismado dentro de su torre de marfil, ha llegado a su fin. La era del abogado social, cumplidor puntual de los deberes profesionales, pero también de sus compromisos esenciales con el Estado de Derecho consagrados en nuestra Carta Magna, o lo que es lo mismo, con su compromiso social, ha comenzado. Es el momento del abogado esencial. Preparado profesionalmente, pero obligado socialmente.

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